Probablemente todos nosotros queremos que PC lento, algo que afecta a nuestro trabajo diario con el mismo y que es más habitual de lo que desearíamos, sobre todo en Windows.
Y es que hay que tener en cuenta que cuando lo acabamos de instalar y empezamos a trabajar con estos sistemas operativos, su rendimiento y arranque son muy fluidos, pero en muchas ocasiones, con el paso del tiempo y a medida que lo vamos usando, esta fluidez va disminuyendo de manera importante.
Lo cierto es que todo esto puede suceder por muchas razones, aunque entre las más extendidas podemos mencionar los restos que dejan las aplicaciones desinstaladas a todos los niveles, la acumulación de archivos temporales que se van creando en diferentes ubicaciones del propio sistema, o las entradas que igualmente se van generando en el Registro de Windows. Sea como fuere, en la mayoría de las ocasiones y con el paso de los meses, Windows va perdiendo eficiencia en muchos aspectos. Por tanto, en estas líneas os vamos a dar una serie de consejos para evitar, en la medida de lo posible, estas ralentizaciones del software de Microsoft, centrándonos en la versión más reciente del mismo, Windows 10.
Reiniciar el PC
Para empezar os vamos a hablar del método más sencillo para lograr mejorar el funcionamiento de Windows 10. Y es que, sobre todo si trabajamos con un ordenador portátil, en ocasiones pasan semanas sin que lo reiniciemos, ya que en lugar de apagarlo, lo dejamos en hibernación cuando no estamos usándolo. Decir que Windows ejecuta miles de procesos durante su funcionamiento, lo que implica una gran cantidad de operaciones de escritura y borrado de archivos, los cuales afectan la velocidad del equipo en general. Por tanto, reiniciar el PC hace que se eliminen muchos de esos procesos digamos que «estancados», además de eliminar todos los archivos innecesarios almacenados en la RAM.
Desinstalar aplicaciones innecesarias
Con el paso del tiempo instalamos multitud de herramientas en Windows que en principio nos parecen interesante o útiles, pero que al final quedan ahí sin ser usadas. Hay que tener en cuenta que si un PC cuenta con una gran cantidad de software inservible o aplicaciones que no se usan, estos también ralentizan el sistema por el simple hecho de estar instaladas, aunque no las usemos, ya que por ejemplo muchas quedan residentes y ejecutando procesos inútiles en segundo plano sin nuestro conocimiento.
Por tanto es recomendable localizar aquellas aplicaciones que normalmente no usamos y desinstálalas, lo que liberará espacio en disco y el PC podrá operar de manera más fluida. Esto es algo que podremos llevar a cabo desde el de Control de Windows, en el apartado “Desinstalar un programa”.
Usar la función de mantenimiento de Windows
En el caso de que pensemos que Windows se está ejecutando lentamente debido a un problema interno del propio sistema operativo, quizá podamos corregirlo a través de la función de mantenimiento que viene integrada en Windows. Esta función se encarga de escanear y analizar los archivos del sistema para detectar posibles problemas para así resolverlos automáticamente, lo que puede afectar de manera directa a la mejora de rendimiento del equipo. Para ello accedemos al “ de control / Sistema y seguridad / Seguridad y mantenimiento”.