Siempre que instalamos un programa en un sistema operativo, da igual que sea Windows, macOS o Linux, este suele copiar muchos de sus archivos en su directorio de instalación. Sin embargo, también suele crear otros archivos (de configuración, de licencia, caché, temporales, etc) en otros directorios. Hasta aquí, todo normal. Sin embargo, al desinstalar los programas, casi nunca se borran estos archivos residuales, los cuales se van acumulando en el ordenador, ocupando cada vez más espacio en el disco y haciendo que todo vaya cada vez más lento. Por ello, borrar los archivos basura al desinstalar un programa es una tarea de mantenimiento esencial que todos debemos realizar.
Es cierto que, en cuanto a la gestión de los programas y de los archivos, Linux es superior a Windows. Sin ir más lejos, este sistema operativo no tiene el caótico registro que, al más mínimo fallo, puede dejar todo nuestro sistema inutilizado. Además, los desarrolladores de Linux suelen tener especial cuidado a la hora de crear las rutinas de instalación, y borrado, de sus programas, por lo que muchas veces estos restos suelen desaparecer. Pero no siempre es así.
Dependiendo de la distribución que utilicemos, y el gestor de paquetes, la forma de limpiar nuestro sistema puede ser de una forma u otra. A continuación, vamos a ver cómo hacerlo en cada uno de los casos.
Limpiar restos de programas de Linux con APT
APT-GET, o más conocido como APT, es el gestor de paquetes más utilizado dentro del ecosistema Linux. Este es el gestor de paquetes por defecto de Debian, y de la mayoría de las distros basadas en ella, como Ubuntu o Linux Mint.
Si hemos instalado un programa usando APT, la mejor forma de desinstalarlo es usar igualmente APT. Para ello, lo único que debemos hacer es abrir una consola de terminal y ejecutar en ella el siguiente comando:
sudo apt purge paquete
Por ejemplo:
sudo apt purge firefox
Al usar el parámetro «purge», APT se encargará de buscar todos los restos, dependencias que se hayan descargado e instalado al instalar el programa y las configuraciones que haya podido crear el programa. Podremos ver una lista con todo lo que se ha marcado para eliminar y, si está correcto, bastará con pulsar la tecla «Y» para confirmar y procesar a la desinstalación del programa.
Una vez marcada esta opción, el propio Synaptic marcará el programa, y todas sus dependencias, para desinstalar. Pulsamos sobre el botón «Aplicar», de la parte superior, y esperamos a que acabe de realizar las tareas. Al terminar, el programa, y todos sus rastros, habrán desaparecido.
Sin duda alguna quizá la principal ventaja que nos ofrece esta otra alternativa es que tenemos la posibilidad de utilizarla a través de una interfaz gráfica. Esto facilita mucho la limpieza del sistema operativo para aquellos s menos experimentados en este software. Además nos ofrece una interfaz muy intuitiva aunque el mayor problema es que no viene preinstalado en todas las distribuciones de forma predeterminada.
Directorios de Linux para limpiar
Además de lo anterior, si queremos, podemos aprovechar para eliminar también a mano los posibles restos que hayan podido quedar en el ordenador. Por ejemplo, los archivos de configuración, o algunos archivos basura temporales.
Estos se pueden guardar en muchos directorios (como nuestra carpeta personal), además de los siguientes:
- ~/
- /usr/bin
- /usr/lib
- /usr/local
- /usr/share/man
- /usr/share/doc
- /var
- /run
- /lib
- ~/.cache
- ~/.local
- ~/.local/share
- ~/.thumbnail
- ~/.config/
Este proceso es ya mucho más manual que los anteriores, por lo que debemos saber lo que estamos haciendo y no borrar todo lo que queramos. O de lo contrario podemos tener problemas.
Usa paquetes SNAP
Desde hace un tiempo, Canonical está apostando por los paquetes SNAP a la hora de bajar e instalar programas. Este formato de empaquetado destaca por muchas cosas, pero una de las más importantes es el aislamiento de los datos por programa. Esto quiere decir que cada programa tiene su propio espacio en el disco duro, con sus dependencias, sus datos y demás ficheros que forman parte de él. De esta forma, cuando instalamos un programa a través de SNAPD lo que hace el sistema es instalarlo todo de forma similar a como se instalan los programas en Windows (con sus archivos, dependencias, etc) en vez de compartir recursos como ha hecho siempre Linux. Esto, a la larga, ahorra muchos problemas, a costa de una redundancia de datos mucho más elevada (motivo por el que hay mucho detractor de los paquetes SNAP).
La ventana que nos importa a la hora de instalar este tipo de programas es que, cuando los vamos a desinstalar, se eliminan todos los datos relacionados con el programa, dejando el sistema mucho más limpio de lo que queda cuando borramos un programa normal. Así evitamos tener dependencias huérfanas en el disco duro, manteniendo todo mucho más limpio y con muchos menos conflictos.