Editar fotos en RAW está sobrevalorado: 5 motivos por los que no deberías disparar en este formato

Uno de los formatos más utilizados por los fotógrafos profesionales a la hora de sacar fotos es el formato RAW. Es cierto que este formato busca maximizar la calidad de la imagen mientras que permite bastante comodidad a la hora de editar. Sin embargo, su uso no está libre de desventajas que afecten a nuestro ritmo de trabajo y demás factores que debemos tener en cuenta.
Y es que entre los contras que más podemos destacar encontramos que los archivos RAW son mucho más pesados que otros tipos de imagen. Además, también requiere de un trabajo de «posproducción» extra, lo que nos puede llevar a problemas como el de una posible incompatibilidad con algunos programas u ordenadores. Todo ello sin contar que no podemos compartir una o varias imágenes RAW de manera fluida al instante. Por lo que vamos a hacer un balance con respecto al tan extendido formato de fotografía.
Gran tamaño de los archivos
Pocos formatos poseen un tamaño medio tan grande por imagen como lo tiene RAW. De hecho, es mucho más grande que el formato JPEG, que es el más extendido hoy en día. Así que, en cuanto al rendimiento que sacaremos de una memoria, RAW es de los formatos menos eficientes.
Si trabajas en largas sesiones de fotografía y vas a tener que disparar decenas o centenares de fotos, te recomiendo que dispongas de más de una memoria con alta capacidad para no quedarte a medias con tu trabajo.
Necesidad de procesamiento extra
Tal y como hemos mencionado antes, los JPEG es uno de los formatos más extendido, y eso se debe en parte a que no requiere un trabajo posterior para obtener un resultado final.
Pero para RAW, no nos encontramos con el mismo escenario. En este caso, sí que necesitamos pasar por un proceso posterior de edición para que obtengamos una imagen más acorde a nuestros fines. Así que, aunque RAW sí que está enfocado en la calidad, no lo está en la rapidez.
Incompatibilidad con programas y dispositivos
Su compatibilidad es uno de sus talones de Aquiles. Y es que no todos los dispositivos son compatibles para trabajar con este formato, ni siquiera todos los programas lo son.
Y esto puede suponer un ancla para nuestras expectativas de trabajo con RAW, o un escalón adicional para tratar de trabajar con dicho formato. Por lo general, es raro que en los dispositivos móviles podamos acceder a archivos RAW sin haber descargado antes una aplicación que lo permita.
Reduce el rendimiento de la cámara
El hecho de disparar nuestras fotos en RAW puede reducir la velocidad del modo de disparo continuo. Y esto se debe a que la propia cámara debe guardar mayores cantidades de datos después de haberlos procesado.
Lo que nos lleva a posibles interrupciones cuando trabajamos capturando varias imágenes en modo multidisparo. Como, por ejemplo, en deportes o situaciones de acción.
Mayor consumo de recursos en edición
Para editar fotografías en RAW requerimos de un mejor software, pues debemos mover una mayor cantidad de datos en nuestro procesador. Así que, si no dispones de un ordenador relativamente potente, puede llegar a afectar en la eficiencia de tu trabajo.
Tener en cuenta este apartado es bastante importante, pues requerirá de un desembolso extra en hardware en el caso de que tu ordenador no rinda al editar imágenes en RAW.