Hoy en día todos guardamos nuestros datos en discos duros, SSD, servidores NAS e incluso hasta en la nube. Sin embargo, los medios ópticos siguen estando muy presentes entre nosotros, y, aunque en menos medida, aún siguen siendo una opción más a la hora de guardar todo tipo de datos en el ordenador. Pero, ¿realmente merecen la pena?
Haciendo limpieza por casa he encontrado mi antigua grabadora externa de DVD, así como un par de tarrinas de «verbatas» vírgenes y varias tarrinas de discos DVD grabados. Muchos de ellos eran versiones de Windows y Linux que había grabado para instalarlos cuando formateara (tengo lo menos 10 Windows XP diferentes, y versiones de Ubuntu desde la 6.04). También tengo copias de seguridad de juegos de PC, y películas grabadas de hace, lo menos, 20 años.
Windows incluso tiene su propio grabador de discos, que aunque sigue siendo demasiado básico y simple, para un apuro nos puede sacar. Lo que sí puede hacer muy bien Windows es montar las imágenes ISO que creemos de nuestros discos originales de manera que podamos acceder a sus archivos sin necesidad de grabarlas en un disco ni tampoco instalar otro software adicional en el PC.
¿Seguiré usando CD y DVD?
La verdad es que no. Aunque funcionan, sigue siendo un elemento muy arcaico, y dada la evolución de la tecnología, se han quedado ya obsoletos. Lo que he hecho ha sido crear una ISO de los discos viejos que tenía, funcionaban, y no quiero perder, y esa ISO la tengo ahora guardada en mi disco duro externo, con una copia de seguridad en la nube de OneDrive. De esta forma, si ocurren una, o dos, desgracias, siempre podrá volver a recuperar los datos desde el tercer medio.
Para lo que sí voy a gastar un DVD va a ser para guardar una copia de una serie de datos privados que no quiero que nadie vea. Algunos grabadores permitía cifrar los datos dentro de los discos, y al fin y al cabo, si lo que buscamos es privacidad, los CDs y DVDs eran las mejores alternativas.