A finales de abril, Canonical lanzaba una nueva actualización del que, sin duda, es el Linux más conocido: Ubuntu 22.04 «Jammy Jellyfish». Esta nueva versión de la distro llega como una actualización de soporte extendido, LTS, que permite a los s tener 5 años de soporte en lugar de los 9 meses habituales. La llegada de una LTS siempre ha sido una buena noticia. Sin embargo, desde hace ya varios años, las novedades que han ido llegando a este Linux han sido cada vez menos relevantes. Pero, con la llegada de esta 22.04, la actuación de Canonical no puede considerarse de otra forma que «de vergüenza». Y vamos a ver por qué.
Antes de nada, dejar clara una cosa. Nosotros vamos a hablar siempre de Linux en escritorio. En el ámbito de servidores no podemos negar que Linux es el rey indiscutible. Pero, cuando lo intentamos usar en casa, es cuando nos encontramos de todo menos facilidades.
Es cierto que uno de los problemas que arrastra Linux desde hace mucho tiempo es el mito de que es un sistema complicado, y pensado para hackers. Eso quedó atrás hace dos décadas, y es que hoy en día no es más complicado de usar que cualquier Windows o macOS. Sin embargo, una de las compañías más importantes de este sistema operativo, como es Canonical, lleva tiempo con desidia hacia su sistema operativo de escritorio, Ubuntu.
Y esto empieza a pasar factura.
¿Cómo es posible que se pasen estas cosas? O bien Canonical ignora por completo su sistema operativo, o bien no ha instalado el nuevo Ubuntu absolutamente nadie, y por eso nadie ha reportado la errata.
Sea como sea, es una vergüenza que estas cosas ocurran. Y esto ya pasa factura al sistema operativo libre.
¿Declive de Linux?
Todo esto, al final, se traduce en lo mismo. Cada vez Ubuntu es una distribución menos llamativa para los s, quienes prefieren apostar por MX Linux, Mint, e incluso Manjaro, entre otras. Además, Linux no termina de despegar dentro del ámbito de los videojuegos por lo mismo, porque, aunque Valve está trabajando muy duro para ofrecer compatibilidad con los juegos, no hay una distro «estándar» para jugar.
Y, todo esto, Linux sigue agonizando en el escritorio.