A pesar de toda la funcionalidad y potencia que en estos momentos nos presenta Windows 10, es un sistema operativo que necesita ciertos cuidados y mantenimientos. Esto es algo que se acentúa a medida que el software acumula meses y años de uso.
Además a esto debemos sumarle que normalmente no hacemos más que instalar y desinstalar programas. Estos cambian configuraciones, dejan restos ocultos tras su eliminación, entradas inútiles en el registro, etc. Por tanto, todo ello son puntos negativos que van minando el propio sistema haciendo que no funcione como al principio. Pero hacer de nuevo una instalación limpia de Windows no es la única solución de la que podemos echar mano para solventar todo esto.