Windows Defender es el antivirus por defecto que viene incluido en Windows 10. Gracias a él podemos tener una capa de seguridad básica en nuestro ordenador a la hora de conectarnos a Internet. Así, podemos estar protegidos de todo tipo de amenazas (virus, troyanos, ataques informáticos, etc). Sin embargo, si somos de los que nos gusta configurar y personalizar la configuración de los programas debemos tener cuidado, ya que, si modificamos lo que no debemos, podemos estar reduciendo la seguridad, y poniendo en peligro la seguridad de nuestro PC.
Windows Defender viene configurado por defecto de manera que, salvo los s que quieran tener una seguridad más completa (y sepan bien lo que hacen) no tengan que hacer nada. Sin embargo, muchas de las opciones críticas de este programa están demasiado a la vista, y si no tenemos cuidado podemos acabar poniendo en peligro nuestra seguridad.
Estas son las opciones del antivirus de Windows que nunca debemos modificar.
La protección en tiempo real de Windows Defender
El primer escudo básico que nos ofrece Windows Defender es su módulo de protección antivirus. Este es el que se encarga de analizar nuestro PC en tiempo real y detectar cualquier posible amenaza antes de que pueda cargarse en la memoria. Este escudo dispone de dos opciones. La primera de ellas, la protección en tiempo real, y la segunda la protección basada en la nube. Esta última es la que nos permite recibir datos de virus desde la nube para protegernos de las últimas amenazas.
Lo mejor es dejar esta opción en su valor por defecto, es decir, desactivada. Y si la activamos, que sepamos muy bien lo que estamos haciendo.