El rendimiento de un determinado sistema operativo es uno de los elementos clave para la mayoría de los s, además de su fiabilidad y estabilidad. Por descontado esto es algo que se hace extensible a Windows 10, la propuesta más usada en los equipos de sobremesa de todo el mundo.
Es por ello por lo que Microsoft no para de enviar nuevas actualizaciones y parches para así mejorar su software, corregir errores y parchear las últimas vulnerabilidades. Pero a pesar de la importancia de estos elementos que os comentamos, lo cierto es que también son uno de los mayores hándicaps de la firma en Windows. La principal razón de todo ello es que en ocasiones se envían nuevas actualizaciones y parches que provocan más problemas que soluciones.
Estas actualizaciones las podemos encontrar, dependiendo de su tipo e importancia, de manera mensual, semestral o inesperada. Llegados a este punto cabe mencionar que las últimas actualizaciones opcionales para Windows 10 y 11 lanzadas en enero han generado varios problemas de rendimiento. Esto es algo que afecta al jugar, utilizar todo tipo de programas en el sistema operativo, o incluso abrir carpetas en el Explorador de archivos. Al mismo tiempo, con las actualizaciones del pasado mes de enero, Microsoft introdujo también algunos errores que dañaban ciertas conexiones VPN LT2P, provocaban